Estabilidad, esa demandante necesidad humana
Sin darnos cuenta vivimos hablando de ella, la estabilidad, la necesidad de que exista, para invertir, para que nuestro negocio crezca, para tener parámetros de racionalidad, para que nuestros hijos se desarrollen plenamente y como eso podemos dar miles de ejemplos que sin darnos cuenta empiezan a construir nuestro paradigma o conjunto de creencias.
En este punto quiero destacar, algunos conceptos vertidos por el doctor Néstor Braidot, el cual señala la distinción entre lo real y la realidad. Lo real es lo que existe, sea o no percibido por el ser humano, mientras que la realidad es lo que cada individuo percibe e interpreta como real.
La realidad por tanto, es un fenómeno subjetivo. La neurobiología distingue dos fases en la percepción: la transducción que se produce en el circuito cerebral a través del cual fluye la información sin que se modifique su significado, en este proceso las células convierten un estímulo (información) procedente del medio ambiente en una señal o respuesta específica. La otra fase es la codificación, que se caracteriza por cambios en la interpretación de la información sin que se modifique el circuito ni el medio por donde ésta fluye, es decir, determina la respuesta ante ese estímulo. La percepción de la realidad está condicionada por la construcción que cada sujeto realiza sobre ella.
En síntesis, decimos que no vemos las cosas como son, sino que vemos las cosas de acuerdo a nuestra subjetiva perspectiva. Los mapas mentales comprenden el conjunto de ideas, valores y creencias que se configuran a lo largo de la vida. Lo que el individuo percibe como realidad es una interpretación sensorial de una parte de lo real. El cerebro sólo procesa aproximadamente el 1% de la información que recibe. De manera no consciente, cada ser humano interpreta el mundo en función de lo que le interesa. Percibir implica la activación de un conjunto de procesos neurobiológicos que permiten comprender el entorno en el que se vive, otorgar significados a los hechos y objetos y actuar de una manera determinada. A nivel cerebral, la mayor parte del procesamiento sensorial se desarrolla sin ser consciente de ello en distintas fases. Ante un estímulo captado por los sentidos (salvo el olfato) los receptores envían las señales a una primera área, después se dirige al tálamo y desde allí, al área correspondiente. Dos de las estructuras más importantes en la percepción sensorial son el tálamo y la ínsula.
Entonces podemos decir que, no existe “la estabilidad”, entendida como un compendio universal de variables establecidas para este paradigma, que definen a la misma, si podemos aseverar que existe una percepción subjetiva de estabilidad, lo cual establece que un escenario para un individuo puede implicar una situación de amenaza atentando sobre lo indicadores que el cree que componen un entorno previsible, mientras que para otro puede ser la oportunidad que estaba esperando para dar el gran salto.
A partir de este punto, empezamos a desarrollar dos conceptos trascendentales, que definen subjetivamente lo que entendemos por “estabilidad”, ellos son Creencias y Percepciones
Las primeras son una idea que considero verdadera, y a partir de ello me da forma. Le doy crédito como cierta. El conjunto de creencias, universalmente aceptadas, se denominan paradigma, término acuñado por el filósofo Thomas Kuhn, el cual lo desarrolló, para comprender desde la epistemología los avances del conocimiento humano, a lo largo de nuestra historia como especie.
La conformación de una creencia nace desde el interior de una persona (se desarrolla a partir de las propias convicciones y los valores morales), aunque también es influenciada por factores externos y el entorno social (la presión familiar, los grupos dominantes, etc.).
Los términos juicio y creencia, son básicamente iguales, sin embargo hay una pequeña distinción que para nosotros hace toda la diferencia.
Creencia es el tipo de juicio que está hondamente arraigado, en un plano normalmente subconsciente y que hace que actuemos en una determinada dirección.
Las creencias terminan actuando como un filtro a través del cual modificamos lo que “entra” y “sale” de nuestra mente. Al catalogar las cosas según ese filtro inmediatamente generan un efecto en nuestro pensamiento que se traduce en un potenciador o un limitante de nuestras acciones.
Las creencias actúan en diferentes ámbitos, de nuestra vida, pero destacaremos en estos párrafos los cincos que atañen al proceso de neurocoaching:
- ASPIRACIONES: Al fijar objetivos, las creencias nos llevan a hacer estimaciones acerca de lo que podemos y no podemos hacer, de lo que somos y no somos capaces.
- REALIDADES: Al evaluar la realidad, las creencias nos llevan a poner “rótulos” que clasifican las cosas que nos pasan. Estos son simples a veces, como “bueno” o “malo”, pero otras son más sofisticados y nos llevan a cambiar totalmente la percepción de lo que vivimos.
- ALTERNATIVAS: Según sean nuestras creencias serán las alternativas que vemos disponibles para nosotros. Condicionan totalmente nuestro menú de posibilidades, haciéndonos ver más o menos según sean potenciadoras o limitantes
- ACCIONES: Los retos y desafíos aparecen más grandes o más pequeños según nuestras creencias y no en sí mismos. Así nuestras acciones se ven totalmente condicionadas por ellas.
- COMPROMISOS Y RESPONSABILIDADES: Las cosas con las que nos comprometemos o con las que sentimos que tenemos la “habilidad de responder” están relacionadas con nuestras creencias. Se forma un circuito en que la creencia define el compromiso con lo que hago, este marca mi comportamiento y es mi comportamiento el que obtiene resultados que siempre confirman nuestra creencia.
Este circuito, en donde se relacionan estos ámbitos, puede terminar siendo de pendiente positiva o negativa, ya que si mis creencias son de tipo limitantes, cada vez aspiraré a conseguir objetivos menores, esto debido a que nuestra mente le dirá a nuestro cerebro que no se exponga al fracaso y pierda la posibilidad de complacerse con un buen baño de dopamina, generando una circuito cada vez menos demandante, tendiendo a satisfacer mi percepción de estabilidad de lo que yo creo seguro, mientras que si avanzamos en desafiar con objetivos alcanzables pero que rompen mi zona de confort, este proceso tendrá una curva positiva, ambos casos se circunscriben en el concepto al cual denominamos autoeficacia percibida. Término acuñado por el psicólogo conductista Albert Bandura.
Podemos ver en los apartados anteriores, que es nuestro cerebro, en pos de sentir seguridad y ahorrar energía, el primero que manifiesta y nos induce a trabajar esta necesidad de buscar objetivos que no desafíen su estado actual, la famosa zona de confort, pero, como vimos anteriormente, la estabilidad es una percepción, es una construcción de nuestra mente, ella, puede desafiar a nuestro órgano conservador o acompañar en la consecución de objetivos.
El entender a la percepción de estabilidad, como una necesidad constante y no como parte de nuestro proceso de vida, es decir, como un capítulo más, en esta serie, que es la existencia, no nos permite generar las condiciones para crecer, solo para sobrevivir, en lo que cada vez es nuestro mundo mas pequeño, el cual es una percepcion.
El pretender vivir solo en estabilidad, como condición determinante y no en el cambio como forma constante, es no comprender a la vida como proceso, con altos y bajos, es una falacia creer que se vive solo de buenos momentos.
La evolución de nuestra vida y sus aspectos nunca son una línea recta ascendente solo de éxitos, tampoco son solo los puntos donde experimente felicidad, es un proceso de construcción permanente en donde a veces obtengo lo que quiero y otras tantas no, pero de ese no también aprendo y esa experiencia debo potenciar para nuevamente desafiarme. Esto lo podriamos ejemplificar a través de una práctica de cualquier ejercicio, cuando comienzo a practicar, intento hacer un ejercicio y siento que me resulta “imposible”. Lo primero que pienso es que nunca voy a poder hacer eso, esta frase es algo que a nuestro cerebro le gusta decirnos. Sin embargo, en el dia a dia, el proceso, indefectiblemente la práctica me llevara a lograr pequeños avances y en algún momento, voy a llegar a aquel punto imposible pero, esto no quiere decir que al próximo intento no falle.
Pensar que necesito tener todo o una gran parte de las variables bajo control, que todo lo puedo, que no debo fallar nunca, son una de las grandes fallas de aquellos que no logran nada, esperando sentir la ansiada estabilidad.
Pablo Carricondo
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